Morelia Michoacán; a 15 de enero de 2025.- La vida de Roberto es una historia de pasión, dedicación y un toque de nostalgia. En la capital michoacana, es fácil reconocerlo por su sombrero característico, un homenaje a su ídolo, el legendario Cantinflas.
Roberto creció en una familia humilde, donde el trabajo duro era la norma. Desde joven, se dedicó a trabajar en el oficio de lavar carros, expuesto al sol inclemente. Fue entonces cuando descubrió su amor por Cantinflas, el famoso actor y comediante mexicano. La forma en que Cantinflas hacía reír a la gente, su ingenio y su estilo único, cautivaron a Roberto.
“Yo me puse un día este sombrero y desde ahí no me lo he quitado, si me lo puse es porque me gusta un buen Cantinflas, gran persona y celebridad en el mundo del cine mexicano. Aquí lavando carros es como uno se gana la vida, para muchos puede ser malo, pero para uno esto es trabajo honrado y es muy importante en esta ocasión “.
Pero el sombrero no solo era un accesorio, también se convirtió en un símbolo de la pasión y la dedicación de Roberto. Le recordaba a su ídolo y le daba la fuerza para seguir adelante, incluso en los días más difíciles.
“Me ayuda a pasar y a ser reconocido por la gente, normalmente me ven y ya me reconocen por el sombrero, me gusta mucho el fútbol y con mi camisa de Monarcas y mi gorro de Cantinflas es como la gente ya me reconocen”.
Con el tiempo, Roberto se convirtió en una leyenda local. La gente comenzó a reconocerlo no solo por su sombrero, sino también por su amabilidad y su trabajo duro. Y aunque nunca se convirtió en un actor famoso como Cantinflas, Roberto sabía que había encontrado su propio papel en la vida: ser un hombre de trabajo, con un corazón lleno de pasión y un sombrero que lo hacía sentir invencible.