Coimbra, Portugal, 28 de febrero de 2025.- Esta semana Alemania eligió a quien será su próximo canciller, el político Friedrich Metz, y a pesar de no ser el personaje más carismático, era la decisión más razonable después del bajón de popularidad de los socialdemócratas.
Sin embargo, lo curioso aquí no es tanto quién ganó, sino quien quedó en segundo lugar y esa posición le pertenece al partido de la extrema derecha “Alternativa para Alemania” y a su candidata Alice Weidel, sí, eso es lo llamativo, después del caos que fue la Segunda Guerra Mundial, aparece nuevamente en el mapa la extrema derecha y no sólo eso, sino quedando en un segundo lugar con un significante número de votantes.
Tal vez pueda que muchos no entiendan el momento del cual estoy hablando, sin embargo, desde los nazis no había otro partido de extrema derecha con tanto popularidad como hoy en día, pero ¿cómo es posible que Alemania el país que dejó su pasado nazi a un lado y fungió como el líder europeo de los tiempos actuales, ahora haya volcado su mirada nuevamente a los extremismos?
Sin duda la brecha que dejó la repartición de Alemania en dos, entre la del oeste y la del este; después de la Segunda Guerra Mundial es el principal factor. Solemos creer que en Alemania no hay pobres, pero sí los hay y suelen vivir en el este. Ese mismo este donde más voto sacó el partido extremista y en donde los discursos contra la migración y un cierto sentido pro ruso se sienten en el aire. Otro factor que debemos tomar en cuenta es la ruptura del actual sistema internacional, aquel que ha dejado de ser tan globalizado y liberal, sustituido ahora por uno pragmático y aislacionista con los Estados Unidos como el claro ejemplo de ello.
El problema no es sólo que el país que más llevó el extremismo al límite esté optando por un partido de esta ideología, sino que, no hemos aprendido nada del pasado y seguimos cayendo en los extremos. Es imposible que la historia se repita de manera idéntica, aun así, los discursos, problemas económicos e incluso raciales suenan parecidos a los de la década de los 30s, y no quiero que me confundan, siempre me he considerado estar ideológicamente más inclinado a la derecha, empero, los extremos en todo como en la política son malos.
Cuando la izquierda y la derecha se apartan del centro, terminan por recorrer todo el camino hasta encontrarse en el mismo punto, por eso, los extremos son iguales sin importar si son de derecha o izquierda. A esto nos enfrentamos hoy en día, a un mundo cada vez más apartado de la razón y sin aprender de la historia, por eso el muro que alguna vez existió en Berlín, parece seguir ahí, cercando las realidades muy distintas de la Alemania del este y la del oeste, hasta tal punto de que la separación no sea física, sino ideológica y económicamente.
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