Emiliana Gat-alana es el título de la película que estrenará en agosto próximo en el Cine Maldà, la sala de cine más antigua de Barcelona
Liliana David, colaboradora La Voz de Michoacán
Los gatos de color negro son portadores de fortuna, a diferencia de lo que cierta gente cree. Así es esta misteriosa verdad. Y la buena suerte que trae a la vida humana un gatito con ese color de pelaje queda fuera de duda en este relato transterrado, que nos lleva hasta Terrasa, en Cataluña, donde radica Alberto Zúñiga. Moreliano de nacimiento, pero migrante desde hace más de veinte años, viajó por primera vez a España entre el 2003 y 2005 para continuar con sus estudios de cine y profesionalizarse, como él mismo me cuenta: «Fue la primera vez que salí lejos de mi tierra, fue una experiencia retadora en muchos sentidos, en la cual experimenté una apertura sobre lo que significa el oficio de dirigir y producir cine. Para mí, fue un antes y un después».
Tras dos décadas en las que ha vivido desplazándose entre las ciudades de Morelia, Madrid, Segovia, Ciudad de México y Querétaro, su ruta de nómada se encuentra, digamos, en una fructífera pausa, para terminar de escribir dos películas y un libro sobre Cine y TDAH. De momento, Zúñiga se ha asentado en la ciudad barcelonesa junto a su esposa Vicky y su hija gatuna de nombre Emiliana.
Precisamente, Emiliana Gat-alana es el título de la película que estrenará en agosto próximo en el Cine Maldà, la sala de cine más antigua de Barcelona, un referente cultural para los cinéfilos que ha permanecido con sus puertas abiertas desde hace más de 75 años en pleno barrio gótico de la ciudad. La sala de proyecciones ha resultado ser una suerte de refugio único y especial para los espectadores «que pueden ver hasta cinco películas con la misma entrada, como se solía hacer en los cines de antes, de permanencia voluntaria», dice Beto durante nuestra entrevista.
El estreno de su película en ese mítico espacio barcelonés significará el cierre de un ciclo que comenzó en junio del 2022, cuando arribó precisamente a Barcelona para rodar algunas escenas de los lugares donde había vivido la gatita Emiliana, que nació en Cataluña.
La historia del largometraje, que fue fruto de un proyecto que desarrolló durante su maestría en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), está dirigida a un público infantil, pero cualquier adulto puede conmoverse con la vida de tan simpática felina, la cual va narrando todas sus aventuras, su estancia por varias ciudades, y todo lo que significa vivir constantemente cambiando de hogar.
La película animada formó parte de la selección oficial del 35 Festival de Cine de Girona; además, obtuvo varias nominaciones en el festival de cine mexicano Pantalla de Cristal en 2024, donde consiguió el premio en la categoría a mejor documental. Del 28 de agosto al 1º de septiembre de este verano 2025, podrá verse en dos salas barcelonesas: en el ya citado Cine Maldà y en el centro cultural La Cinètika, un espacio okupado desde el 2016, de gestión autónoma y que se autodenomina como anticapitalista y feminista. Para finales del año, como me cuenta Zúñiga, también se distribuirá a través de algunas plataformas.
Haciendo este recuento de las circunstancias que llevaron a Alberto hasta Terrasa, a 18 kilómetros de la capital barcelonesa, reparo en que la gatita Emiliana ha sido también un talismán para el cineasta y productor moreliano, pues fue aquella visita hace tres años a la segunda ciudad más poblada de España, la que provocó un sorpresivo giro en su vida, después de verse empujado hacia su autoexilio, voluntario y meditado. De este modo, su película retrata bien el significado que entraña el migrar, una experiencia que nos encara con otras posibilidades de vida, invitándonos a abrir la mente y el corazón, pero que refleja bien esa doble tensión en la que vive todo migrante, como el propio Beto reconoce: «Con la migración, te conviertes en un ente que no pertenece ni a un sitio ni a otro; echas de menos lo del otro lugar cuando no estás ahí. Es estar en medio de dos tensiones, que son complejas y que atienden a pulsiones distintas: la que te tira al terruño, y la que tira hacia el sitio donde estás haciendo tu vida.
Por otra parte, ese doble vínculo te hace sentir que no perteneces a ningún lado, porque uno se abraza a ambos lugares. Y aunque siempre cargamos con la mochila de los recuerdos, de las vivencias, de los vínculos con la familia, con tu país de origen, la migración tiene que ver siempre con un marco emocional muy importante, ya que no dejas de pertenecer al sitio del que vienes, ni tampoco llegas a pertenecer del todo al lugar en el que estás».
Así es la migración: un irse desdibujando en las fronteras de lo identitario. Por ello, con su película, que también se ha exhibido en Guadalajara y Veracruz, Beto Zúñiga consigue acercarnos, entre otros temas, al fenómeno de la migración, aunque sea a través del protagonismo de una diva felina, de oscuro pelaje y acento catalán, cuya voz le da vida la actriz Miriam Sans. En dicho filme, la gatita nos muestra una historia repleta de experiencias, como las vividas por el propio Zúñiga o como las que le ocurren a cualquier ser que migra: enfrentarse a las adversidades para adaptarse a otro lugar, el ansia por las expectativas de vida en un nuevo entorno (muchas veces en otro país), los encuentros y desencuentros ante el bagaje cultural diferente, los malentendidos, a veces cómicos, por el idioma, así como la puesta en duda de los estereotipos y prejuicios que nos hacemos de los otros; en fin, experiencias que únicamente empiezan a comprenderse cuando se viven en carne propia. No obstante, gracias a Emiliana Gat-alana, es posible acercarse a esta experiencia única, asistiendo al relato de un ser verdaderamente nómada. Ojalá que la película -que se estrenará también el 19 de septiembre en la Cineteca Nacional de la Ciudad de México- pueda proyectarse alguna vez en las salas de Morelia, ciudad en la que a Zúñiga le entran las ganas de hacer cine cada vez que retorna, aprovechando la locación donde empezó a escribir el propio guion de su vida.
Liliana David es Doctora en Filosofía por la UMSNH. En 2001, comenzó su trayectoria como periodista cultural en los principales diarios del estado (Provincia, Sol de Morelia y La Jornada Michoacán). Del 2006 al 2013, fue reportera de la sección de cultura en La Voz de Michoacán y, tras siete años de diarismo, inició sus estudios de posgrado en la Maestría en Filosofía de la Cultura de la UMSNH, participando en Congresos y Seminarios internacionales tanto en México como Argentina y España. Desde el 2021, colabora en larevista española Contexto (Ctxt) y en Diario Red. Ha publicado en el libro colectivo Ctxt, una utopía en marcha, editado bajo el sello de Escritos Contextatarios. Actualmente, tiene interés en la investigación de las relaciones entre la literatura y la filosofía, la identidad y la migración, así como en la divulgación del pensamiento a través del periodismo.