Morelia, Michoacán.– La última sesión del segundo periodo ordinario en el Congreso del Estado terminó con una cascada de reproches, divisiones expuestas y reclamos cruzados entre diputadas de Morena y partidos aliados, luego del encendido discurso con el que la legisladora Fabiola Alanís Sámano pretendía clausurar el ciclo parlamentario bajo el lema del “tiempo de mujeres”.
Desde la tribuna, Fabiola Alanís, quien también encabeza la Junta de Coordinación Política, hizo uso de referentes filosóficos y feministas como Virginia Woolf, Rita Segato, Silvina Federici y Simone de Beauvoir para sustentar su posicionamiento.
Citó que “en los últimos días hemos escuchado con mucha indignación dirigirse a nosotras y a nuestra participación política de manera despectiva y violenta”, y acusó que, cuando las mujeres logran avanzar con argumentos y trabajo, “intentan descalificarnos con violencia simbólica, mediática y hasta física”.
“La misoginia es el pánico del patriarcado ante la posibilidad de que reclamemos libertad y autonomía”, remató ante el pleno.
Pero el discurso derivó en una denuncia directa, ya sin apoyarse en autoras, al rechazar declaraciones recientes que tildan de obsesión o “fijación mental” el deseo de las mujeres por encabezar gobiernos.
“No comparto el absurdo irrespetuoso e irresponsable dicho de que es una fijación mental que las mujeres queramos gobernar; fijación mental es creer que solo los hombres nacieron con derecho a mandar y conducir la sociedad”, sostuvo.
Y lanzó un cuestionamiento que se sintió como dardo para varios presentes: “¿Desde cuándo aspirar a gobernar es una enfermedad? ¿Saben qué realmente es una fijación mental? La obsesión de vernos a las mujeres de rodillas”.
La intervención de Fabiola Alanís encendió los ánimos, pues varias diputadas aprovecharon ese momento para subir a tribuna y reclamar que, más allá del discurso, han sido víctimas de exclusión, indiferencia y violencia institucional en el propio Congreso.
Vanessa Caratachea denunció trabas para acceder a las actas de sesiones anteriores, lo que consideró una táctica para evitar que interponga recursos ante instancias legales por presuntas irregularidades legislativas.
Belinda Hurtado Marín criticó la falta de coherencia entre el discurso de igualdad y la realidad laboral dentro del Congreso, donde, según dijo, se han ignorado peticiones para mejorar las condiciones salariales de asesoras y secretarias técnicas.
Sandra Olimpia Garibay fue más frontal al señalar: “Felicito a la diputada Fabiola por su discurso, pero le invito a aplicarlo, porque yo he sido violentada cuando me han dicho, o lo bajas o vamos en contra”, en alusión a presiones internas por sus posicionamientos.
Por su parte, Itzé Camacho Zapiain ironizó: “Hablando de es ‘tiempo de mujeres’ y en mi contra votando a voto abierto a favor de un hombre, ¿y por qué aquí, ahora que se quiere la gubernatura, como no hay gallo, hay gallinas o qué?”.
El cierre del periodo legislativo terminó lejos de los aplausos esperados. En su lugar, dejó ver un Congreso atravesado por tensiones internas, disputas de poder y una discusión abierta sobre los límites entre el discurso de género y su aplicación efectiva dentro del espacio público.