Asaid Castro/ACG/Redacción – Morelia, Michoacán
En la Plaza Allende, conocido por algunos como “el Mercado de Piñatas”, trabajan en silencio y con un laboreo continuo, Sotero Cruz Domínguez y Margarita González, matrimonio de artesanos piñateros, quienes a diario recrean un mundo fantástico, donde se imponen los colores vivos, las formas más inusuales y una imaginación que no tiene fronteras.
“La piñata más extraña que nos ha tocado hacer es una de Trump vestido de albañil y construyendo un muro”, comenta Sotero, de 65 años, para responder a una pregunta expresa de la Agencia de Comunicación Gráfica.
Poco a poco, los papeles de colores en una piñata estrella van adquiriendo forma, con una precisión que respeta lo histórico y no evita las figuras actuales para complacer a los clientes más quisquillosos.
“Hacer piñatas no es solo trabajo, es mantener viva una tradición. Yo empecé primero hace como 17 años y luego le enseñé a él”, comenta Margarita con una sonrisa, mientras el aroma del engrudo fresco llena el aire del pequeño taller.
El templo de Sotero y Margarita González, ubicado en la esquina de Allende y Nicolás Bravo, está adornado con piñatas “sin vestir”, figuras de animales hechas de periódico y cartón, y alguna que otra olla de barro para quienes prefieren “los cocasos”.
Entre papeles de china que sobresalen en viejas cajas, Sotero corta patrones para una piñata multicolor. Cada pieza de cartón y engrudo es moldeada cuidadosamente. Sus manos, endurecidas por años de trabajo, se mueven con una precisión que sólo puede dar la experiencia.
“Es como cocinar. El engrudo lleva maicena y hay que dejarlo cocer el tiempo justo. Si no se hace con cariño, como la comida, se echa a perder o huele feo”, explica.
- ¿Cuál es la piñata que más pide la gente?
La estrella de siete picos, símbolo de los pecados capitales, es la que toma el protagonismo, por las fiestas de diciembre y la Navidad, ya sabes.
- ¿Los clientes puede solicitar cualquier piñata?
Aquí les podemos hacer del tamaño que quieran, aunque las que más se llevan son las medianas. Ahorita tenemos medio vacío el local, pero en un ratito lo llenamos de piñatas con diferentes temáticas, desde un dinosaurio hasta un Spiderman, pasando por los personajes de moda y los monstruos del cine.
Una historia de amor y trabajo
Hace quince años, Sotero y Margarita iniciaron este proyecto tras un desalojo en el Centro Histórico. Hoy, su clientela incluye comerciantes locales y visitantes, quienes encuentran piñatas desde 15 pesos.
“Nos tocó cambiar de giro y fuimos los primeros en vender piñatas aquí, en la Allende. Ahora ya hay más comerciantes, a pesar de que la plaza está casi vacía, y la competencia nos permite hacer un mejor trabajo”, comparte el matrimonio.
La jornada de trabajo de Sotero y Margarita comienza temprano, a las nueve de la mañana, y no termina hasta que la última piñata está lista.
A veces, los visitantes escasean, aunque los pedidos especiales siempre mantienen activo un taller donde mandan la perseverancia, el buen gusto y el respeto al cliente.