Morelia era una ciudad sin peligro, sin combatientes y sin el estruendo de los disparos

Morelia era una ciudad sin peligro, sin combatientes y sin el estruendo de los disparos. Aquí los gemelos estarían seguros con todos los demás niños exiliados. En España la guerra civil no daba tregua. 

Al llegar, desfilaron por la calle central. Matías estaba contento, aunque deseaba regresar pronto a Andalucía. Fico, en cambio, no quería volver. Sus padres habían muerto y atrás sólo había descargas de Mauser.

Los acomodaron en un internado que no siempre fue apacible. Matías, el más fuerte de los dos, debía defender a Fico que tenía un carácter reposado.

Al cumplir los 16 años, Matías escapó con la meta de volver a la patria. Fico decidió quedarse en Morelia.

Después de algunos años de duro trabajo en los muelles veracruzanos, Matías logró embarcarse a Francia, pero nunca pudo regresar a Sevilla y se quedó en Marsella. Se casó, tuvo cuatro hijos y trabajó como capitán de un remolcador.

Fico prestó sus servicios en una notaría por más de veinte años. A la par se hizo un filatelista de prestigio que compraba y vendía estampillas con errores.

Los hermanos se escribían una carta al año, el día de sus cumpleaños. No importaba el contenido de las misivas, lo relevante era recibirlas.

La última que escribió Matías decía lo siguiente: Querido Hermano: te escribo sentado en la proa del remolcador. Hoy el mar es más azul que de costumbre. Espero que te encuentres bien.

Por su parte, Fico escribió: Querido Hermano: hoy cumplimos cincuenta y estoy alegre porque conseguí la estampilla de La Giralda. Deseo que seas feliz.

A la misma hora, en distintos continentes, los gemelos depositaron sus cartas con un acento de tristeza.