Lorena Cortés Villaseñor, reflexiona este doloroso fenómeno en “Los hijos de la violencia y el narco en Michoacán”, su más reciente libro presentado en la Ciudad de México ante importantes autoridades de seguridad de México y Latinoamérica.
Omar Cuiriz / La Voz de Michoacán
A ese niño de once años que estaba debajo de un puente en Uruapan, nadie lo vio. No lo vieron las autoridades, no lo vio la sociedad. Estaba ahí en total estado de indefensión cuidado a dos hermanos aún más pequeños. Todos estaban invisibilizados hasta que ese niño cometió atrocidades, ahí sí fueron reconocidos.
Hannah Arendt refiere como “banalidad del mal”, a la normalización de los contextos que llevan a cometer actos atroces, en este caso, realizados por niños, niñas y adolescentes que hoy se han convertido en los hijos del narco.
Lorena Cortés Villaseñor, reflexiona este doloroso fenómeno en “Los hijos de la violencia y el narco en Michoacán”, su más reciente libro presentado en la Ciudad de México ante importantes autoridades de seguridad de México y Latinoamérica.
Este libro toma las crudas estadísticas y los datos duros y verificables que asolan al país, para después ir a buscar y sumergirse en las historias reales contadas por los propios menores sobre cómo es que encontraron un refugio en los grupos del crimen organizado.
- • Latinoamérica concentra 8% de la población mundial que genera más del 30% de la violencia letal en el mundo.
- • La taza mundial de homicidios por cada 100 mil habitantes es de 6; mientras que Latinoamérica tienen alrededor de 17 y México alrededor de 25.
- • “Cuando hacemos zoom en Jacona, Zamora o Apatzingán, vemos que éstos han tenido tazas de hasta 100 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes. Zamora hace apenas unos 3 años superó los 300 homicidios”.
- • El Inegi señala que la primera causa de muerte en México en el rango de edad de 15 a 24 años es el homicidio doloso.
Lorena Cortés, investigadora y activista, aporta estos números en su libro, sin embargo, hace hincapié en que los “datos importan siempre y cuando los pongamos en contexto y los acompañemos de historias reales, de lo contrario, se genera una narrativa limitada y frívola, lo que a su vez lleva a políticas publicas sin impacto, simplistas y muchas veces estigmatizando a estos niños, niñas y adolescentes reclutados por el crimen y cerrando la posibilidad de reinserción.
Para este último punto, la escritora destaca que conocer historias reales permite darnos cuenta que no son personas de otro planeta, sino que son producto de muchas circunstancias como cuestiones culturales –de normalización y enaltecimiento de la violencia- y que a los 11 años, bajo el yugo de la pobreza extrema o siendo hijos de integrantes de grupos de la delincuencia, simplemente no se puede estar en condiciones de decidir pertenecer al crimen organizado. Se está a merced de él.
Para ilustrar lo anterior, Lorena Cortes se introdujo profundo en entrevistas con policías, jueces, sacerdotes y jóvenes que se encuentran privados de la libertad, de donde salen hoy las dos historias reales de su libro:
“Lupo fue reclutado en Uruapan debajo de un puente a los escasos 11 años de edad cuando tenía que mantener a sus dos hermanos más pequeños. Lo pusieron de halcón en un Oxxo, donde avisaba por teléfono cuando pasaban los verdes (militares). Y después le dijeron que ya era hora de que se fuera para el cerro, donde lo capacitaron para usar una motosierra para descuartizar cadáveres por más de un año.
“Le pregunté que cuántos cuerpos recordaba y me dijo que más de cien y que al inicio no podía dormir porque le llegaban a la mente los cuerpos. Yo lo entrevisté cuando tenía 14 años. Me dijo que con el paso del tiempo la práctica ya se le hacía normal”.
En este punto, Lorena resalta que así comienza la naturalización de violencias extremas “porque dejamos pasar esa deshumanización”.
Lupo le confió que su papá era integrante de los zetas, “lo que refuerza esa teoría de desarrollo del crimen que está muy vinculado a la idea de los menores que están inmersos en ese contexto”.
Otro caso es el de Bryan, nacido en Apatzingán. “Él no tuvo muchas habilidades para el estudio y fue expulsado de todas las escuelas de Zamora, en todas le dijeron que no servía para estudiar y fue expulsado así del sistema de Educación”.
“Él me dijo que siempre quiso entrar al CJNG”.
La escritora cuenta que Bryan creció en un ambiente de mucha violencia en su casa de donde también fue expulsado y comenzó a buscar núcleos de protección “y por supuesto cayó en los brazos del CJNG y se sintió refugiado”.
Este joven se convirtió en influencer e hizo una canción muy viral que hacía referencia a un arma de fuego conocida como minimi y también a que pertenecía a dicho cártel.
“Me decía que para él lo normal era el arma y la camioneta 4x4, era lo que veía y con lo que creció y por eso le puse al título del libro “Los hijos de la violencia y del narco en Michoacán”, porque son generaciones que han crecido en esos contextos culturales que se nos hace muy fácil criminalizarlos”.
Este joven fue duramente criticado y juzgado sin llegar a una reflexión rigurosa del contexto que no justifique, sino que asuma la responsabilidad del estado y social, pues si no se piensa en políticas de reinserción y prevención profunda “habrá bisnietos, tataranietos del narco”.
CONOCER PARA ACTUAR
Queda claro que se tiene que articular el contexto de esas historias reales, pues dan una luz muy importante para la política pública porque están abonando tiros de precisión a que tenemos que hacer prevención terciaria y dejar de hacer únicamente prevención primaria, “estamos lejos de abordar realmente a los grupos de extrema vulnerabilidad”, advierte Cortés Villaseñor.
La violencia en México, es un fenómeno que se mediatiza cada día en los medios y en las redes sociales convirtiéndose en un espectáculo en el que los homicidios, los ataques y las atrocidades son la punta del iceberg de un fenómeno que no se logra explicar efectivamente y menos comprender bajo una reflexión que aporte prácticas de cambio profundo.
Por eso, la investigadora señala que Michoacán, México y Latinoamérica requieren de respuestas más robustas y no tan simplistas para encontrar explicaciones a los niveles de taza de homicidio en México y las desapariciones forzadas.
Explica que para entender el tema de la violencia en Latinoamérica debe plantearse desde el triángulo de la violencia:
- • La violencia directa que son los homicidios, enfrentamientos, extorsiones y que son la punta del iceberg del triángulo.
- • La segunda es la estructural y que está relacionada con el reclutamiento de niños: “una de las violencias más dolorosas es la pobreza, una de las variables muy sensibles y vinculadas a esta base social, en la que, si bien es cierto que México ha logrado reducir la pobreza, no así la pobreza extrema que arrecia al fenómeno del crimen organizado en niños y adolescentes”.
- • La tercera en el triángulo es la violencia cultural, que de acuerdo con Lorena, es la menos estudiada, la más silenciosa y la que da pie a una suerte de permisividad porque es la que legitima a la violencia estructural y la que legitima la violencia directa y “yo creo que, para entender este fenómeno criminal en México, sino entendemos la violencia cultural nos estamos perdiendo en comprender el fenómeno.
“Se deben poner en contexto las violencias del crimen organizado, hay variables que deben analizarse. Se deben reflexionar desde otra mirada no tradicional. Así mismo en entender que las niñas, niños y adolescentes se han convertido en una cosa desechable, y que no se puede criminalizar a las juventudes y para esto se deben desmontar muchos mitos”, destacó
“Los hijos de la violencia y el narco en Michoacán”, reconoce a esta entidad mexicana como un espacio simbólico del narcotráfico desde 2004 cuando se vio aparecer varias cabezas humanas con escritos que autodenominaban un grupo de la delincuencia organizada, y luego de más de dos décadas Michoacán sigue siendo un laboratorio y sigue repitiendo la misma narrativa ofensiva en la que la disuasión con fuerzas armadas se mantiene como la protagonista.
La autora reconoce que es cierto que la política pública –en Michoacán y el resto del país- si ha tenido grados de madurez y aprendizajes en base a la experiencia y que sí se tiene más claro el plan para la prevención de delito pues la estrategia nacional si voltea a ver las causas, pero que se sigue en términos generales en esa vorágine narrativa cortoplacista de seguir abonando al tema con disuasión y con la presencia policial y militarizada.
“Este libro justo busca abrir ese debate de voltear a ver explicaciones más robustas, no solo de las causas, sino de lo que sucede dentro de ellas como la normalización de la violencia”.
Sobre el título del libro “Los hijos de la violencia y el narco en Michoacán”, dijo que es muy provocativo, pero que no había otra manera de nombrarlo.
Ficha
- • “Los hijos de la violencia y el narco en Michoacán”
- • Lorena Cortes Villaseñor
- • Editorial Musa
- • 2024