Al considerar que la pronunciación de sonidos vocálicos es distinta en diferentes lenguas, especialmente las utilizadas en la práctica occidental de la música el sistema de Carrillo supone un adelanto fonético

Miguel Salmon Del Real, colaborador La Voz de Michoacán

Julián Carrillo, compositor, director de orquesta, teórico e inventor mexicano, nació hace ciento cincuenta años y murió hace sesenta. Su vida comenzó el 28 de enero de 1875, en Ahualulco, a cuarenta kilómetros de la capital de San Luis Potosí y se extinguió el 9 de septiembre de 1965, al sur de la Ciudad de México, en su residencia de Callejón del Santísimo, en San Ángel, lugar que visité continuamente entre 1998 y 2005, mientras escribía una tesis acerca de la obra integral del compositor, en la que se cuentan poco más de setenta composiciones, una veintena de libros y folletos, apuntes y esbozos.

Si bien los nombres «Julián Carrillo» y «Sonido 13» son familiares para el gremio internacional de la música de concierto, en realidad, muy poco se sabe acerca del personaje y de su sistema de composición basado en fracciones de tono; mucho menos visibles son sus obras musicales y sus propuestas teóricas, que han permanecido por décadas en la penumbra.

A un siglo del primer concierto en dieciseisavos de tono, en febrero de 1925, en el centro de la Ciudad de México; es ocasión para estudiar la obra de un mexicano que en vida recibiera reconocimientos como la Legión de Honor del Gobierno Francés y la Gran Cruz al Mérito del Gobierno Alemán, ambas en 1956, así como la Medalla al Mérito Cívico de México en 1964.

  1. ideas suyas, prácticamente desconocidas.

1/13    En 1900 asistió al Congreso Internacional de Música de París que presidió Camille Saint-Saëns, donde el joven mexicano de 25 años propuso una reforma para nombrar las notas musicales (Nomenclature des sons). El reporte fue aceptado y publicado por el congreso. Para cada una de las siete notas musicales, Carrillo propuso un nombre monosilábico, corto y claro. Al considerar que cada nota puede ser alterada por un sostenido o por un bemol, resultó un total de veintiún apelativos.

Carrillo parte de la nomenclatura musical germana que relaciona las notas musicales con las primeras letras del alfabeto romano. Esta práctica deriva de la propuesta medieval de Boecio (477-524), a su vez, de herencia antigua griega. De entre los nombres germanos, Carrillo enfocó su atención en los que comienzan con sonidos vocálicos; la letra A, que en nuestro sistema latino equivale a la nota «La», y la letra E, que equivale a la nota «Mi». En el sistema de Carrillo «A» es sustituida por «P», y «E» por «K» con la finalidad de obtener un ataque fonético más claro e inmediato. El sistema alemán añade la terminación «is» a las notas alteradas por un sostenido, y la terminación «es» a las alteradas por un bemol: «Do sostenido» resulta en «Cis» y «Do bemol» en «Ces». El sistema inglés, aunque similar, no iguala al germano, pues requiere de dos sílabas: «Cis» resulta en «C sharp»; «Ces» en «C flat».

Al considerar que la pronunciación de sonidos vocálicos es distinta en diferentes lenguas, especialmente las utilizadas en la práctica occidental de la música (italiano, francés, español, portugués, inglés, alemán, ruso, checo, polaco), el sistema de Carrillo supone un adelanto fonético, al eliminar nombres que inician con vocal y sustituirlos por consonantes oclusivas, pues se produce una señal sonora unívoca.

Hay un último caso importante en la reforma de Carrillo: propone cambiar la nota «Fa» («F» en los sistemas germano, holandés, anglosajón) por el fonema «J» —jota, pronunciado a la española—, enfático y contundente, con ello evita la posible confusión entre consonantes fricativas.

A partir de estas consideraciones, la nomenclatura de Carrillo queda como sigue: C, Cis, Ces / D, Dis, Des / K, Kis, Kes / J, Jis, Jes / G, Gis, Ges / P, Pis, Pes / B, Bis, Bes. De manera adicional, Carrillo abre la posibilidad de cambiar la «s» final por «t», un sonido aún más conciso, digamos, un staccato verbal: «Cit» en lugar de «Cis»; «Cet» en lugar de «Ces». Así nacen veintiún nombres más, lo que resulta en un gran total de cuarenta y dos.

Podría decirse que este tipo de pensamiento antecede en cierto modo al Alfabeto Fonético Internacional de Radiotelefonía, adoptado por la OTAN en 1956 y diseñado con el fin de evitar confusiones al deletrear palabras. Este tipo de códigos fonéticos tuvo antecedentes importantes durante la Primera Guerra Mundial.

Estimo que la nomenclatura del joven Carrillo constituye una de sus propuestas más sensatas, incluso oportuna para la práctica musical de nuestros días, por lo que creo que debe ser atendida bajo una mirada actual.

Miguel Salmón del Real, uno de los directores de mayor solidez de su generación. Compositor, musicólogo e investigador, es actual director titular de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes.

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