Félix Madrigal/ACG – Morelia, Michoacán

Ricardo, un artesano originario de Penjamillo, ha dedicado los últimos ocho años a la elaboración de artesanías con hoja de palma. A sus 58 años, trabaja con esmero para crear flores, cruces para Semana Santa y colibríes, los cuales vende por 100 pesos. Sin embargo, cuando las ventas son bajas, deja que el cliente pague lo que pueda.

Para obtener la palma, debe trasladarse hasta La Piedad, aunque en ocasiones busca apoyo en Morelia para que alguien le regale el material. Su viaje desde Penjamillo implica un recorrido costoso: gasta aproximadamente 380 pesos en transporte, pasando por Puruándiro antes de llegar a Morelia. Por ello, se esfuerza en vender lo más posible en la ciudad, pues tiene una familia que mantener y su oficio es su único sustento.

A pesar de su esfuerzo, Ricardo enfrenta dificultades para trabajar en el Centro Histórico de Morelia. Afirma que el Ayuntamiento lo amenaza con retirarle sus artesanías cuando camina por las calles ofreciendo su trabajo. Ante esta situación, hace un llamado a las autoridades y a la ciudadanía: pide que lo dejen vender sin temor a ser desalojado y solicita apoyo para contar con un lugar fijo donde exhibir su trabajo. Además, busca recursos para seguir elaborando sus piezas, especialmente el acceso a la palma.

El testimonio de Ricardo es un reflejo de la lucha diaria de muchos artesanos que, con talento y dedicación, intentan salir adelante a pesar de las dificultades económicas y las restricciones en el espacio público.


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