Dicen las malas lenguas que a casi un año de la desaparición de Tránsito Estatal varios funcionarios que siguen trabajando en la Secretaría de Seguridad Publica de Michoacán siguen dando de qué hablar y no precisamente para bien, si no por los señalamientos en su contra por corrupción.
Tal es el caso de Martín Barragán Andrade, quien llegó al cargo en noviembre de 2022, a la corporación con un historial que lo relacionaba más con la política que con la seguridad pública.
Desde hace más de una década, el abogado Barragán Andrade se dedicaba a la administración pública, pues ya fungía entonces como regidor en el Ayuntamiento de Zamora.
Antes, fue subdirector de la Policía de Tlaquepaque, Jalisco e incluso busco ser alcalde de Zamora en 2021 por el Partido de la Revolución Democrática.
Sin embargo, gracias al apoyo de varios personajes del pasado regresó a Tránsito y Movilidad, la peor etapa de la administración del ex gobernador Silvano Aureoles Conejo, quien se mantuvo en la corporación a pesar de varios señalamientos en su contra ligados al nepotismo.
Con la llegada del nuevo gobierno en la entidad, muchos pensaban que los días como funcionario de Martín Barragán Andrade estaban contados, sin embargo, gracias al cobijo del ex director de seguridad pública, José Alfredo Ortega Reyes logró un cargo a pesar de que varios comentarios del nuevo gobierno hablaban de una serie de actos de corrupción del equipo cercano a Silvano Aureoles.
La desaparición de Tránsito del estado obedeció al recrudecimiento de la corrupción, pues millones de pesos se perdieron en multas, cuyo monto nunca llegó a la Tesorería Estatal.
Cuando arribó al cargo desde esa época Martín Barragán Andrade, este decía que era incorruptible, pero mucho del dinero desaparecido habría ido a parar a varios bolsillos y nunca se supo su destino.
Además del dinero, de las multas y del presupuesto, la Administración de Barragán Andrade habría quitado ilegalmente prestaciones a los agentes de tránsito e incluso se les habría vendido playeras que además no son parte del uniforme oficial, algo que fue denunciado por varios policías.
Hoy de nuevo aparecen varios señalamientos en su contra y nadie entiende el por qué sigue ligado a una corporación que pretende dejar atrás la corrupción de sus colabores de los más altos niveles.
Tal parece que Martín Barragán Andrade aplica la típica frase que dice “Dios no te pido que me des, solo ponme donde hay”
Ni modo, ya lo mordió la viborita feliz…